Tómate un tiempo para leer algo que toca el corazón en nuestro quehacer docente...
Profe, Qué le Debo...
Soy estudiante del grado Noveno, ya próximo a graduarse de Bachiller Académico, con un futuro incierto que depende del examen ICFES, según mis profesores, y de la colaboración de mi padre, según mi mamá; con muchas ganas de ser alguien, pero con la incertidumbre de aún no saber quién.
He escuchado que hay una Nueva Ley General de Educación. No sé quién, cuándo, por qué y para qué se quiere cambiar un sistema que según recuerdo siempre ha estado cambiando por el capricho de los extranjeros que nos toman como conejillos de indias y que al final sólo despelotan lo poco que han logrado los profesores. Por lo que veo, estamos metidos en un “Rollo” que nadie entiende, ni mi profesor, ni mi mamá y menos yo que casi no me preocupo por esas cosas.
Recuerdo que durante mi primaria nunca perdí un año; bueno, tal vez eso que llamaban “Promoción Automática” me ayudó; lo cierto es que pasaba las materias de manera “Aceptable”, según mi maestra; aunque no entiendo por qué siendo yo “Aceptable” ella no me aceptaba ni lo que decía, ni lo que hacía. Tampoco mi mamá podía aceptar que yo fuera “Aceptable” y me recriminaba a cada rato porque no veía en mis boletines una “E” o una “B”.
Hombre, en bachillerato ya fue otra cosa. Añoré mucho en sexto, la famosa “Promoción Automática” porque ese año sí que me “Rajé” en casi todas las materias. Pasé sólo Educación Física y eso porque al “Profe” lo tramé con mis “Aptitudes” para jugar lo que fuera. Según los demás profesores no sabía leer, escribir, ni sumar, ni restar, ni multiplicar; tampoco conocía el Departamento, ni el País; confundía los seres vivos con los inteligentes y a los inertes con los nerdos de mi salón que no sabían patear el balón.
Para mí Simón Bolívar, Antonio Nariño y Antonio Ricaute son sólo nombres de Barrios Populares, y el “Siete de Agosto”, “Veinte de Julio” y “Doce de Octubre”, eran días muy especiales... Días de Vacaciones. Yo no creo que haya perdido sexto, creo que como afirmaron mis profesores “Perdí toda la primaria”.
En ese año, 1.993, había razón suficiente para perder el año, tenía “La Fiebre Amarilla”. Me sabía la alineación titular de Colombia en Fútbol, podía armar 2 ó 3 selecciones de suplentes; sabía también la alineación del “Parma” Italiano del Tino Asprilla, además como “Lucho Herrera y Fabio Mejía” ya no corrían, le estaba haciendo fuerza a “Alvaro Mejía”.
Mi profesor de Sociales con su Historia y Geografía Universales, me quería hacer aprender cosas de Europa, Asia y África que a mí no me interesaba, ¡Hombre!, sin necesidad de los libros yo sabía de Inglaterra, Italia, España, Alemania, gracias al Fútbol, por el Ciclismo y por César Rincón. Cómo no saber el “Wembley”, del “Santiago Bernabeu”, del “Guissepe Meaza” de “La Plaza de las Ventas, del “Alpe D’Huez”, la “Plaza de Madrid”, del “Parque de los Príncipes”, del “Alto de Andorra”, todo eso que ni mi profe conocía dónde quedaba. Tal vez no sabía mucha sociales, pero sí sabía sobre la Historia y la Geografía Universal del Fútbol ¿Para qué mas?. No me dolió tanto la pérdida del año porque aun tenía fresco en mi recuerdo el glorioso 5-0 contra Argentina y ya Colombia estaba clasificada al Mundial de Estados Unidos.
El sexto que repetí no me fue tan mal. Intenté por lo menos sacar el seis de promedio en casi todo. Lo duro fue las matemáticas y el Inglés pues me tocó que “habilitarlas”; no sé por qué me correspondió en suerte “Volver hábil” esas materias o “Hacerme el hábil” yo; si para mí lo más natural de los números hoy en día, es que sume tres punto el que gana, uno el que empata y le descuenten tres al que pierde. Claro que el idioma extranjero es importante; lo que pasa es que uno no sabe en qué país le toque jugar, o si no pregúntele a Freddy Rincón y al Tren Valencia.
El séptimo fue genial; se acabó el suplicio de los promedios de notas y los “profes” nos empezaron a calificar con logros. De un momento a otro se acabaron las libretas y ya solamente nos daban boletines con conceptos.
Pasé Séptimo “raspando” y llegué a Octavo sin problemas. Claro que aquí también me ayudó la suerte, como los “profes• tenían que hacernos, a mí y a mis compañeros “Actividades de Recuperación”, entonces creo que no se parrandearon ellos las vacaciones ni me las dañaron a mí y todos pasamos a Octavo muy contentos.
Este año sí que estoy preocupado; caso todos los profesores, a excepción del de Educación Física, me han dicho que “debo logros”. No sé cuándo me los prestaron y no se los devolví, o cuándo me metí en estas deudas.
Debo las ecuaciones y los pares ordenados de unos cuantos planos cartesianos pintados por el “Profe” en el tablero; debo las principales alturas del Himalaya y los Pirineos y no sé cuántas capitales europeas; debo las causas y las consecuencias de las tres expediciones persas contra los griegos denominadas guerras médicas, debo las fases de la mitosis con sus respectivas modificaciones para el citoplasma y el núcleo; debo la tabla periódica, debo las características del modernismo, los autores simbólicos y nadaístas; debo los verbos regulares e irregulares del inglés con sus distintas conjugaciones para los pronombres personales, debo las 7 clases de planchas artísticas lineales y curvas, debo el cuadro psicológico del “El Túnel” y el conteo de Aurelianos de “Cien Años de Soledad”, mejor dicho, debo hasta descanso.
Debo un pedazo de séptimo y otro de octavo, unas cuantas llegadas tarde y algunas idas temprano. Debo portarme bien, cantar en voz alta el Himno Nacional y no responderle mal a mis profesores; debo asistir a todas las evaluaciones, vivir bien presentado y firmar el libro de observaciones.
Creo que debo otras cositas más, me disculpan por no acordarme; pero es que por estos días tengo la memoria ocupada buscando nombres que puedan reemplazar al “Pibe”, a “Leonel Álvarez” o a “Mondragón”, además estoy haciendo cuentas, sumando, restando, multiplicando, intentando con algunas ecuaciones, hallar las posibilidades de clasificación al Mundial de Francia 1.998.
Solo espero que mis deudas no se vayan a “upaquizar” o que me les agreguen intereses, creo que voy a hacerle caso a todos los dichos de mi mamá: “Si nada debo nada tengo”. Razón tenía el tal RICAUTE “Debo Antes que Vida”, “Tanta deuda me agobia pero me anima”... Lo de los logros me dijeron que tenía que recuperarlos, no sé por qué si a mí no se me han perdido y tampoco sé a quién se le perdieron.
Julio 15 de 1998
Édier Gálvis Cortés
|